26/08/2008

Asesinos de Myspace

Músicos, emos, attention whores, famosos, freaks, ciberadictos, niños de doce años hiperactivos y mimados por una mamá que les paga la banda ancha... Ya sabemos que son muchos los colectivos de gente que crea su propio Myspace con la convicción de que todo el mundo debe conocerles a ellos y sus gigantescos gifs de estrellitas y purpurina. Sin embargo hay otro colectivo curioso pero no muy conocido, y sin embargo más numeroso de lo que debería: usuarios de myspace que un buen día explotaron como una bomba rellena de marginación social y decidieron probar si era tan fácil matar gente como en el GTA y otros juegos a los que han dedicado horas encerrados en sus cuartos, mientras en sus equipos sonaba Soulja Boy Tellem y Slipknot. Es decir: usuarios de Myspace que cometieron homicidios.

·Haydren mató a tiros a los padres de su novia.
·73186198 disparó a dos policías cuando intervinieron en una discusión con su madre.
·Brian Draper y su amigo Torey grabaron en video cómo planearon y apuñalaron a un amigo.
·Jakejekyll, de nombre real Jacob Robida, fascista, juggalo seguidor del grupo Insane Clown Posse. Se lió a tiros y hachazos en un bar gay de Massachusetts, hiriendo a tres hombres y matando a su novia y a un policía, antes de ser derribado a tiros por las autoridades.

22/08/2008

Polybius

Portland, 1981. Suena el timbre. Timmy sale del instituto a toda prisa y corre directamente al salón de recreativas. Tiene unos cuantos centavos que le sobraron ayer cuando su madre le envió a hacer la compra. Decidió no devolverlos y quedárselos para esa tarde. Desde entonces se ha estado preguntando si se podría decir que le ha robado a su propia madre.

Llega tarde. Ya hay un chico jugando a la máquina nueva, alrededor de él un corro mirando, y detrás toda una cola esperando su turno, con las mismas ganas de jugar y expectativas que él.

Hay quien dice que sólo hay 7 máquinas como esta en todo el país. Hay quien dice que han llegado a Oklahoma, y California.

La cola puede esperar. Lo que quiere es verlo. Se integra en el corro. Conforme se aproxima puede ver la cabina negra con un letrero arriba: "Polybius". Puede oir los sonidos del juego. Por un momento piensa en un túnel con una luz al final llamándole por su nombre.

El chico que está jugando maneja el joystick verde y pulsa ávidamente el único botón verde. Timmy mira las caras del corro: silenciosas, atentas,absortas en la pantalla, igual que la del jugador. La del jugador es bombardeada contínuamente por luces parpadeantes. Oye los crujidos, siseos, chasquidos y disparos electrónicos. Tienen algo indefinible que no le gusta.

Se pone un poco de puntillas para asomarse por encima de un par de hombros. Pronto se convierte en uno más del corro: atento a la pantalla, callado, reverenciando. Le recuerda al Tempest de Atari, pero este es diferente a los juegos que ha visto hasta ahora, donde el joystick dirige una nave. Aquí lo que hace el joystick es girar la pantalla.

Por un momento piensa en su madre.

La nave explota. El jugador pierde. "Polybius. Sinnesloschen inc.", dice la pantalla. Parece alemán. Airado, saca otra moneda del bolsillo y empieza otra partida. Los objetos vuelven a girar. La nave dispara de nuevo. Las luces parpadean. ¿Ha aparecido una palabra en la pantalla? No le ha dado tiempo a verla.

Por un momento piensa en la guerra. Piensa en el gobierno, sin saber por qué. Timmy se siente un poco mareado, pero sigue mirando.

Una figura negra se mueve en el límite del campo visual de su ojo derecho.

-Hola, chaval. Vaya, eres bueno. Voy a hacerte unas preguntas, ¿ok?

Timmy no aparta la mirada de la pantalla. No se plantéa a quién está hablándole el señor, hasta que el chico que está jugando contesta.

-Estoy jugando.
-Ya, ya lo veo. Y muy bien. Voy a hacerte unas preguntas. Veamos...

Oye ruido de papel.

-¿Te gusta el juego?
-¿Qué juego? -contesta el jugador.
-Este juego, al que estás jugando.
-Cada vez menos.

Oye lápiz sobre papel.

-¿Juegas mucho?
-Todos los días, desde que la pusieron.

Timmy le mira un momento: es un señor trajeado de negro, encorbatado. Vuelve a la pantalla.

-¿Cuál es tu puntuación máxima?
-¿A qué nivel máximo has llegado?
-¿Has sentido algo extraño jugando a este juego? ¿Fatiga? ¿Mareo? ¿Temblores? ¿Visiones extrañas? ¿Has oído ruidos raros? ¿Pensamientos inquietantes?

Por un momento, Timmy piensa en una mujer. Una mujer tendiéndole las manos y preguntándole "¿Por qué me haces daño?". El jugador dale que dale con furia al botón, destruyendo algo que sólo existe en otra dimensión. Tal vez las órdenes que le de a la máquina aquí tengan repercusiones en otra parte, como tirar de hilos que están atados a anzuelos enganchados por todas partes a otra persona en la habitación de al lado. Algo explota y las líneas poligonales le llevan por un túnel al siguiente nivel.

Hay quien dice que, en alguna parte, algo le pasó a un niño que estaba jugando a esta máquina. Hay quien dice que las están retirando de todas las salas.

El jugador vuelve a perder. Saca otra moneda del bolsillo. La mira un rato. Parece dudar. Alguien le dice que si no va a jugar que deje turno al siguiente, que ya lleva mucho rato. Cansado, mete la moneda y sigue.

Timmy gira la cabeza. Le ha parecido oir algo. Era como un lamento, venía de alguna parte de la sala. Pero en la sala no hay nada especial. Sólo chicos jugando, máquinas ruidosas y el dueño, a lo lejos, cruzado de brazos, observándolos ceñudo.

Algo explota y la luz le llena los ojos. El chico ha perdido otra vez. Se mete la mano en el bolsillo pero no la saca. Mira al suelo. Como no hace nada, le sacan a empujones, otro toma su lugar y se agarra al joystick como una garrapata sonriente.

-¿Te ha gustado el juego? -le pregunta el hombre de negro al perdedor.
-¿Qué juego?

Y se va del salón entre ausente, como intentando recordar por qué está enfadado.

El hombre de negro toma nota de lo que aparece en la pantalla: varias siglas y números, los records. Luego hace una señal y aparecen dos hombres con mono. Bajo la atenta mirada del dueño, los del mono desenchufan sin más la máquina y comienzan a cargarla en una carretilla. Se oye un murmullo general. El chico que estaba jugando grita histéricamente. De haber tenido un cuchillo probablemente se lo habría clavado en el muslo a uno de los hombres de mono.

-¡EEEEEEEH! ¡ESTABA JUGANDO!

Nadie responde ni explica nada. Quejas. El dependiente, allá al fondo, descruza los brazos y busca otra cosa a la que dedicarse por su salón. El hombre de negro y los ayudantes se llevan la cabina negra en la carretilla.

Hay quien dice que luego tienes pesadillas. Hay quien dice que algunos intentan suicidarse. Hay quien dice que, en alguna parte, un niño murió de un ataque jugando a este juego.

La cola se dispersa.



Para saber más sobre Polybius:

http://es.wikipedia.org/wiki/Polybius_(videojuego)

http://www.scenebeta.com/noticia/polybius-la-leyenda-del-juego-que-nunca-existi
http://www.freewebs.com/polybiustheory/
http://www.sinnesloschen.com/1.php
http://www.youtube.com/watch?v=CpGXEEa1c5I
http://es.wikipedia.org/wiki/Polibio



Respuesta épica de Charles Manson

-La gente te ve hoy, después de 20 años, y aun no tienen ni idea de qué vas. Dime, en una sola frase: ¿quién eres?
-..................... Nadie,

Te cagas

Artículo relacionado: Charles Manson

20/08/2008

Don´t put marbles in your nose

Pues veréis, había una serie to guapa que echaban hace años en Cartoon Network y de la que inexplicablemente nunca oí a nadie hablar, que se llamaba Home Movies. Me la grabé en video VHS y todo, fijáos si me gustó. No era provocadora como South Park o Padre de Familia, sino algo diferente a todo lo que había visto. Años después, gracias a la Wikipedia, descubro que la frescura indefinible de la serie se debía, en parte, a que los capítulos eran dibujados (en flash) basándose en diálogos improvisados a partir de un guión general. ¿Estará aun esta serie disponible por ahí? Dime que sí, Diosa Internet....

Pero a lo que vamos. Uno de los momentos de esta serie que se grabaron en mi memoria es esa home movie, esa película casera educativa que Brandon (protagonista y alter ego del autor de la serie, Brandon Small) rodaba él mismo y les proyectaba a los niños pequeños del cole para inculcarles una sabia e importante enseñanza: no hay que meterse canicas por las narices, niños. La banda sonora se la ponía el que siempre se la ponía, su amigo jeavi metál: Dwayne. ¡Dale caña, Dwayne!


Dios, cómo he disfrutado escribiendo este post. ¿Cuánto habré tardado, unos 5 minutos?