19/06/2016

I'm sitting in a room: degradación recursiva de la información

Una cantidad mayoritaria de usuarios (me refiero a tus padres y tus tíos) de internet no es consciente del concepto y el fenómeno de la "compresión". Los archivos digitales originales (fotos, sonidos...), cuando son creados, "pesan" demasiado, como dicen algunos que están metidos en este mundo de las maquinitas. Una archivo fotográfico tomado con un móvil corriente puede llegar ocupar unos 3 megas. Subes esa foto a Facebook. Te la vuelves a bajar y ahora pesa 94 kb. ¿Qué ha pasado ahí?

Una canción recién exportada del editor o ripeada de un disco en formato WAV a alta calidad puede pesar 20 megas. Una en el más manejable y familiar formato mp3 a un Constant Bit Rate de 320 (no entremos en el bosque de las bitrates, que nos extraviamos) puede pesar de 3 a 5 megas. Ocupa menos espacio en tu disco duro o tu reproductor y se baja en menos tiempo, ¿verdad?

Una película ripeada de un DVD a máxima calidad y en su tamaño original puede pesar varios gigas. ¿Pero cuál es el torrent que te bajas si no eres muy sibarita y tienes prisa? El de 700 megas.

¿Qué ha pasado ahí? Lo que ha pasado se llama compresión. Los servidores pueden albergar lo que tú quieras. Eso sí, te va a llevar tu tiempo subirlos. Pero los usuarios quieren descargar rápido, no tienen tiempo de esperar a que se cargue un vídeo de 1 giga en youtube o una foto de 5 megas en Facebook. Facebook no puede estar almacenando y sirviendo cada segundo millones de fotos de 5 megas.

¿Qué ha pasado ahí? La compresión. El truco. La imagen la haces más pequeña. Más estrecha y menos alta. Haces que por cada pulgada hayan menos píxeles. Sí, te quitas píxeles de enmedio, los matas. Se van al nirvana binario. Al sonido le cortas las frecuencias de onda más agudas y más bajas y te quedas con las frecuencias medias, que total, el oído del oyente medio no va a percibir la diferencia, eso si es que no lo está escuchando a través de los altavoces de mierda de su portátil o su móvil en el autobús para compartir ese arte con toda la tripulación.

En el vídeo dejas sólo las partes del fotograma que han cambiado respecto al anterior, y así te ahorras repeticiones y, por lo tanto, datos.

Todo se hace más pequeño y fácil de transportar.

Este es un artículo sobre la compresión y volver a comprimir lo comprimido, pero sobre todo sobre la degradación recursiva de la información. Es decir, someter a la obra a un proceso por el cual pierde información y el resultado volver a procesarlo, y volver a procesarlo, y volver a procesarlo...

Así que retrocedamos a 1969, cuando Alvin Lucier, experimentador sonoro americano, realiza su obra I'm sitting in a room (Estoy sentado en una habitación). Lucier recita un texto que es grabado adquiriendo las resonancias naturales de la habitación en la que se encuentra. A continuación reproduce de nuevo el sonido en una sala y lo vuelve a grabar. Y vuelta a empezar. De este modo, en cada repetición, las frecuencias de las resonancias se van potenciando a sí mismas hasta que en el resultado final el discurso es ininteligible y sólo quedan los tonos y, como él dice en su texto, el ritmo. Este texto:
Estoy sentado en una habitación diferente a la que tú estás ahora. Estoy grabando el sonido de mi voz al hablar y lo voy a reproducir de nuevo en la habitación una y otra vez hasta que las frecuencias de resonancia de la sala se refuercen a sí mismas de manera que cualquier rasgo de mi discurso, tal vez con exceptuando el ritmo, se destruya. Lo que vas a escuchar, por lo tanto, son las frecuencias de resonancia naturales de la habitación articuladas por el discurso. Considero esta actividad no tanto una demostración de un hecho físico, sino más bien una forma de suavizar cualquier irregularidad que mi discurso pueda tener.
¿Qué irregularidades? Su tartamudez, para empezar.

Texto original en inglés: 
I am sitting in a room different from the one you are in now. I am recording the sound of my speaking voice and I am going to play it back into the room again and again until the resonant frequencies of the room reinforce themselves so that any sem- blance of my speech, with perhaps the exception of rhythm, is destroyed. What you will hear, then, are the natural resonant frequencies of the room articulated by speech. I regard this activity not so much as a demonstration of a physical fact, but more as a way to smooth out any irregularities my speech might have.

Este concepto, el de introducir la información por el extremo de una especie de máquina (o de sistema digestivo, por qué no) que la procesa y te la devuelve por el otro extremo ligeramente devaluada o distorsionada, la idea de hacerlo otra vez, y otra y otra (la recursividad) hasta que el resultado es uniforme e indistinguible del original, ha sido aplicado, cómo no, a las tecnologías actuales.

En 2009 el usuario Canzona realizó I'm sitting in a video room. Quizá alguna vez os hayáis dado cuenta de la diferencia de calidad entre un vídeo original recién subido a YouTube y una copia que alguien se ha bajado y ha vuelto a subir (por múltiples posibles motivos), porque en el proceso YouTube ha dicho: "Ey, me han entregado un vídeo, tengo que hacerlo más ligero para que los pobres usuarios se lo descarguen más rápido". Y a cada vez la imagen va perdiendo calidad y píxeles originales. Pues Canzona llevó a cabo este acto 1000 veces.

Aquí podemos ver el vídeo original, en el que recita un discurso similar al de Alvin Lucier:


Así iba la cosa tras 100 bajadas y resubidas:



Esta es la pinta que tenía a la número 500:



Y aquí, por fin, después de 1000 veces, la meta final:


Via: What Happens to a YouTube Video After 1,000 Uploads?

¿Y las imágenes? Se podría probar este fenómeno fácilmente con Facebook, que resta calidad a tus fotos de una forma horripilante a la primera subida, pero por ahora sólo sé de alguien que lo ha hecho en Instagram: Pete Ashton. Subir foto. Bajar foto. Volver a subir. Así 90 veces.

I'm Still Sitting In Stagram 1-90 por sitting_in_stagram2





Y cómo Internet puede ser maravillosa y está llena de gente con ideas, alguien combinó el vídeo I'm Still Sittin In Stagram con el audio de I'm Sitting In a Room de Lucier, en un sitio llamado Coub, de cuya existencia no tenía ni idea, pero en el que por lo visto se pueden hacer este tipo de combinaciones de vídeo y sonido.


Hablando de obras que se destruyen más y más en el proceso no puedo evitar remitiros a un anterior artículo que escribí sobre los Disintegration Loops de Basinski. Básicamente, una de sus obras musicales, que suelen consistir en cintas magnetofónicas que se reproducen en un bucle hipnótico y sin fin. Con esta obra en concreto, Basinski se dio cuenta de que la vieja cinta, con cada reproducción, se iba desgastando, y el sonido iba mutando, desvaneciéndose, convirtiéndose así por accidente en una oda a lo efímero y quizá incluso a la propia muerte.

Si a esto le añadimos que el día que Basinski reprodujo esta obra ante sus amigos, pudieron ver desde su apartamento cómo en ese justo momento las Torres Gemelas se derrumbaban el 11 de Septiembre, cómo el mundo cambiaba inevitablemente (y todos lo sentíamos en el fondo), pues ya tenemos una historia que encaja de una forma demasiado perfecta. 

Paciencia, que la grabación completa dura más de una hora. Si aguantas tanto tiempo, acabarás oyendo algo totalmente desvanecido y etéreo comparado con lo que has escuchado al principio. La disolución en la nada.

Esto, y aquí ya entro en lo personal, es lo más hermoso y a la vez triste que se ha grabado nunca.



Por el décimo aniversario del atentado del 11S, y aunque parezca imposible, una adaptación orquestal de los Disintegration Loops fue interpretada en vivo por The Wordless Music Orchestra.


Pero hay una obra de arte mucho mayor que se va autorreplicando y autorreplicando durante años hasta perder su contenido y volverse totalmente impracticable e irreconocible: tú.

Las células de nuestro cuerpo, las que componen nuestros tejidos, articulaciones, órganos, van sufriendo daños, se van deteriorando y acaban muriendo y siendo destruidas, para ser sustituidas por otras nuevas. Probablemente hayas oído lo de que el cuerpo humano regenera totalmente todas sus células cada cierto tiempo, así que llega un momento en el que somos totalmente otra persona diferente en un sentido material. ¿Entonces qué? ¿Quiénes somos?

La célula muerta es sustituída por una réplica nueva, pero las réplicas van sufriendo daños en su carga de ADN que transmiten a sus sucesoras, y así cada una va portando un ADN cada vez más deteriorado y menos capaz de cumplir su función y su capacidad de producir energía. Una copia de una copia de una copia... Y así te vas comprimiendo, te vas recodificando, autorreplicando, siendo una copia cada vez menos eficiente de ti mismo, sufriendo el códec de Dios, hasta que ya no cumples tu función y eres irreconocible. Y entonces mueres.

No hay comentarios: