18/01/2007

Ha nacido el ordenador

Las tuberías están dispuestas horizontalmente, como una fila de tubos de órgano que alguien hubiese tumbado. Pegado al extremo de cada una de las tuberías hay un pequeño altavoz arrancado de una vieja radio.

- El altavoz toca una señal... una nota... que resuenta en la tubería, y crea una onda estacionaria -dice Waterhouse-. Eso significa que, en algunas partes de la tubería, la presión de aire es baja, y en otras partes alta. -Está recorriendo una tubería a todo lo largo, golpeándola con la mano-. Esos tubos en U están llenos de mercurio.
[...]
El fotógrafo dispara la cámara, y los flashes se iluminan.
- Si la presión del aire en la tubería es alta, empuja el mercurio un poco. si es baja, tira un poco del mercurio. Puse un contacto eléctrico en cada tubo en U... no más que un par de cables separados por el aire. Si esos cables están altos y secos (porque la alta presión del aire en la tubería está empujando el mercurio alejándolo de ellos), no fluye corriente. Pero si están inmersos en mercurio (porque la presión baja en la tubería tira del mercurio para cubrirlos), entonces fluye corriente entre ellos, ¡porque el mercurio conduce la electricidad! De esa forma, los tubos en U producen un conjunto de dígitos binarios que son como una imagen de la onda estacionaria... un gráfico de los armónicos que forman la nota musical que se oye en los altavoces. Volvemos a enviar ese vector al cirtuito oscilador que controla el altavoz, de forma que el vector de bits se refresque continuamente, a menos que la máquina decida escribir una nueva serie de bits.
- Oh, ¿así que la maquinaria ETC puede controlar esta cosa? -pregunta Comstock.
Waterhouse ríe de nuevo.
-¡Esa es precisamente la idea! ¡Aquí es donde los circuitos loógicos entierran y desentierran los datos! -dice Waterhouse-. ¡Se lo demostraré!
Y antes de que Comstock pueda ordenarle que no lo haga, Waterhouse le ha hecho una señal al cabo de pie al otro extremo de la habitación, el que lleva las orejeras protectoras que se entregan generalmente a los hombres que disparan los cañones más grandes. El cabo asiente y le da a un interruptor. Waterhouse se lleva las manos a las orejas y sonríe, mostrando más encía de la que a Comstock le gustaría ver, y a continuación el tiempo se detiene, o algo así, y todas esas tuberías cobran vida tocando variaciones del mismo do grave.
Es todo lo que Comstock puede hacer para no caer de rodillas; tiene las manos sobre las orejas, claro, pero el sonido relamente no penetra por el oído, entra diecramente por el torso, como los rayos X. Pinzas al rojo sónico recorren sus vísceras, gotitas de sudor saltan de us cráneo por la vibración, sus pelotas botan como judías slatarinas. Las medialunas de mercurio en todos esos tubos U suben y bajan, abriendo y cerrando los contactos, pero de forma sistemática: no es un agitar turbulento, sino una progresión coherente de cambios discretos y controlados, guiados por algún programa.
Comstock sacaría su arma y atravesaría la cabeza de Waterhouse de un tiro, pero para hacerlo tendría que quitarse las manos de las orejas. Por fin termina.
- La máquina acaba de calcular los cien primeros términos de la serie de Fibonacci -dice Waterhouse.
- Por lo que entiendo, esta RAM no es más que la parte donde se entierran y desentierran los datos -dice Comstock intentando controlar los armónicos altos de su propia voz, intentando sonar y actuar como si vierse esas cosas todos los días-. Si tuviese que darle un nombre a todo el aparato, ¿cómo lo llamaría?
- Mmm -dice Waterhouse-. Bueno, su tarea básica es realizar cálculos matemáticos... como un computador.
Comstock bufa.
- Un computador es un ser humano.
- Bueno... esta máquina emplea dígitos binarios para realizar sus cálculos. Supongo que podríamos llamarlo computador digital.
Comstock lo escribe en letras mayúsculas en su cuaderno: COMPUTADOR DIGITAL.

Criptonomicón, Neal Stephenson

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